Las vacunas activan las defensas naturales del organismo y desencadenan una respuesta de nuestro sistema inmunitario. Así nuestro cuerpo reconoce el virus, genera anticuerpos, recuerda la enfermedad y aprende a combatirla.
El sistema inmunitario guarda información, así cuando se administran una o más dosis de una vacuna, le enseñamos a protegerse. Por eso las vacunas son tan eficaces: en vez de tratar una enfermedad cuando esta aparece, evitan que nos enfermemos (OMS,2021).